FINKELSTEIN, Norman G, La Industria del Holocausto, Madrid: Siglo XXI, 2002, Pág. 18, 19.
El silencio público referente al exterminio nazi, se debe básicamente a la política conformista de los lideres judíos americanos.
"Las élites judías de Estados Unidos se atuvieron estrictamente a la política oficial de EE UU"
Los judios estadounidenses olvidaron el holocausto, ni lucharon por su recuerdo entonces, ya que Alemania (la Federal) se convirtió en 1949 en aliado de Estados Unidos.
Alemania Federal aliado clave de EE UU frente la llamada guerra fría que confrontaban las dos potencias que se repartieron Alemania en posguerra: EE UU y la URSS.
Para el sistema político y militar estadounidense, remover el recuerdo del holocausto podía tener consecuencias con sus nuevos aliados.
Conformidad pues, de las organizaciones judías norteamericanas frente a la política de su país.
El CJA (Comité judío Americano) y el CJM (Congreso judío mundial) no realizaron ninguna oposición frente a la política de rearme de los nuevos aliados en manos de EE UU y de la pequeña investigación de "limpieza" de nazis en Alemania. Todo esto, gracias a los acuerdos que se llegaron de indemnización con Alemania en los años cincuenta.
La LAD (liga anti difamación), CJM y CJA colaboraron con el gobierno y colaboraron en la contención de "[oleada antialemana] que agitaba el sentir popular judío"
Este sentir popular judío fue tachado de comunistas, ya que se oponían a la alienación de posguerra con Alemania.
"Así pues, el afán de recordar el holocausto nazi se tildó de causa comunista"
Eso desencadeno en una autentica caza de brujas, persiguiendo a judíos simpatizantes de la izquierda. Así por ejemplo, como la condena a muerte del matrimonio de los Rosenberg.
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